Los animales reciben un adiestramiento minucioso que comienza cuando todavía son cachorros. «Después de que nace, el perro es adoptado por una familia de acogida, que le da un entrenamiento básico de obediencia y de socialización.
En esa fase él aprende cosas simples como sentarse, acostarse, quedarse parado, frecuentar lugares públicos, no correr detrás de las personas, andar en coche y de metro e ir a restaurantes «, afirma la entrenadora Sandra Buncana de Camis, dueña del canil Sambucan Assessoria Canina Integral, de São Paulo, especializado en entrenamiento de perros guías.
Esta familia hace un trabajo voluntario y se queda con el animal hasta que cumpla un año de edad, cuando el perro vuelve a la canil para recibir el adiestramiento específico. «Esta segunda fase lleva unos seis meses. «El entrenamiento se hace cuatro veces por semana, dos veces al día», dice el economista paulista y usuario de perro guía Luiz Alberto Melchert de Carvalho e Silva, de 49 años, ciego desde los 14. «Durante el entrenamiento, el animal necesita demostrar ciertas características para no descartarse. «Él debe ser paciente y no puede ser asustadizo ni agresivo», dice Luiz Alberto, que tiene como perro guía a dócil Honey, una labradora negra de 11 años.
En el canil Sambucan, el entrenamiento completo cuesta cerca de 6 mil reales (unos 1500€, vaya). El uso de perros para conducción de ciegos surgió en la década de 1920 en los Estados Unidos. Alrededor de 30 años después, la novedad desembarcó en Brasil. Se estima que existen en el país cerca de 200 perros-guías, animales que, según la legislación, tienen acceso irrestricto a todos los lugares frecuentados por sus dueños, como restaurantes, empresas públicas, estaciones del metro e incluso aviones.
El número de animales entrenados todavía es bajo, pero el tema debe ganar alcance nacional pronto, porque si bien por circunstancias diversas o bien porque casualidad, el número de ciegos en el mundo ha aumentado hasta 285 millones en el mundo.