Poseer una mascota en casa puede ser muy beneficioso – especialmente para los niños.
El despertar de sentimientos positivos gracias al animal puede contribuir a la autoestima y la autoconfianza. Además, una buena relación con los animales también ayuda en la socialización, con el desarrollo de la comunicación no verbal, de la compasión y de la empatía.
Un animal también contribuye a la madurez del niño. De acuerdo con la psicóloga del Grupo Bom Jesús, Caroline Sobocinski Paes Pereira, los pequeños aprenden a tener y respetar los límites del otro.
«La convivencia con un animal influenciará en las relaciones con los familiares y también con los colegas. El niño que convive con animales domésticos es más afectuoso, sociable, justo y no es individualista «.
El proceso de socialización del niño también tiene influencia directa con la reacción de los animales a cada estímulo. «Esto le ayuda a reconocer y evaluar comportamientos emocionales, como los celos entre animales, la tristeza por la ausencia del dueño, la irritación cuando alguien lo provoca o la alegría de una broma o un paseo.
El niño aprende a diferenciar a un ser humano de un juguete y aprende valores como respeto y límites «, resalta la psicóloga. Además, tener un animal requiere cuidados – y estos cuidados, orientados por un adulto, estimulan la autonomía y la responsabilidad.
«El niño puede estar encargado de ayudar a limpiar el ambiente de su animalito, dar comida y hacer cariño. Por encima de 5 años, los cuidados pueden aumentar: ella ya puede llevar el animal doméstico para pasear y bañarse «.
La responsabilidad que el niño tendrá al cuidar de su animalismo desarrolla la autonomía, afectividad y los más diversos sentimientos como alegría, frustración y respeto. Caroline resalta también que es por medio de los animales de compañía que, muchas veces, los niños entran en contacto por primera vez con la muerte y que la interiorización de esta pérdida, a pesar de todo, puede ser positiva.
«Los más jóvenes perciben que un ser vivo no es un juguete y no tiene varias vidas como en la historieta o en los juegos de ordenador».
En este caso, los padres deben conversar con los hijos acerca de la muerte, en un lenguaje accesible y verdadero, explicando cuánto este proceso es natural. Como un estudio publicado en 2009 en el Journal of the American Medical Association, reveló que la presencia de animales domésticos como perros y gatos desde el primer año de vida de los niños estimula el sistema inmunológico, evitando la aparición de algunos tipos de alergias.
Sin embargo, el pediatra y coordinador del departamento de salud escolar del Grupo Bom Jesús, José Francisco Klas, advierte que los niños que ya poseen ciertos tipos de alergias deben consultar a un médico antes de llevar una mascota dentro de casa.
La elección correcta: es importante elegir el animal adecuado para cada familia, su casa y estilo de vida, y uno que el niño pueda ayudar a cuidar.
Los padres deben ser cuidadosos y no elegir especies agresivas para la compañía. Incluso los animales domesticados y entrenados pueden ser agresivos. Los animales exóticos pueden ser difíciles de cuidar y debe ser muy cuidadoso al considerarlos.
También es necesario percibir algunas actitudes de los niños a la hora de la elección de un animal, así como analizar si el animal pretendido atender las expectativas del hijo.
«Para los niños más agitados, por ejemplo, lo más interesante son animales que no se asemejan al perfil de ella»,
Hoy en día, hay muchos niños eligiendo algunos tipos de aves, como la Calopsita, o gatos, como los Siameses y Persas, que son las razas más juguetones. Sin embargo, los cachorros todavía son los más escogidos y indicados por tener una dependencia afectiva mayor.
Las zoonosis (enfermedades transmitidas de los animales a los hombres) más comunes son la rabia, el bichos geográficos, los parasitosis intestinales, sarna, micosis, toxoplasmosis, brucelosis, leptospirosis, criptococosis y asma. De acuerdo con el médico José Francisco Klas, algunas medidas de higiene y seguridad son suficientes para evitar gran parte de estas enfermedades.
«Lavar las manos después del contacto con el animal, no compartir alimentos o cama, evitar cariños como besos o lamerse muy cerca del rostro o heridas y recoger rápidamente las heces y orinas de los animales son precauciones eficaces».
Sin embargo, lo más importante, según Klas, es que el animal no esté enfermo. «La atención debe ser redoblada cuando el animalito tiene contacto con niños pequeños, pues ellos siempre están llevando la mano a la boca». En este caso, la visita al veterinario debe ser más frecuente, las vacunas regulares y un cuidado mayor con la higiene del animal.