La interacción entre perros y humanos puede tener base genética

Los científicos estudiaron el ADN de 190 perros de la raza beagle y descubrieron cinco genes relacionados a comportamientos como búsqueda de atención y permanencia cercana a humanos; cuatro están vinculados al autismo en humanos

El comportamiento de los perros sociables hacia los seres humanos puede tener una base genética, de acuerdo a un nuevo estudio publicado, en la revista Scientific Reports, el grupo de la naturaleza.

Los científicos de la Universidad de Linköping (Suecia) estudiaron los genomas de 190 perros de la raza beagle e identificaron cinco genes ligados a comportamientos como la búsqueda de atención y la permanencia cercana de individuos de la especie humana. Los científicos también descubrieron que cuatro de estos genes están ligados, en los humanos, a disturbios sociales, como el autismo. Según los autores del artículo, el descubrimiento ayudará a desentrañar las transformaciones genéticas que la domesticación provocó en el genoma canino en los últimos milenios.

ADN-Beagle

De acuerdo con un experimento hecho por los científicos, los beagles que poseen variantes específicas de los genes identificados tienen mayor tendencia a mantener proximidad e incluso a hacer contacto físico con humanos desconocidos.

Según el coordinador del estudio, Per Jensen, los perros fueron los primeros animales en adaptarse a la vida entre humanos, por lo menos hace 15 mil años. «Creemos que hay variantes genéticas que tienden a hacer que los perros sean más sociables y que estas han sido seleccionadas a lo largo del proceso de domesticación», dijo Jensen.

¿Son sociables los perros?

El científico afirma que la mayoría de los estudios genéticos sobre perros utilizan muestras extraídas de animales domésticos, de animales que viven en las calles o los lobos salvajes. La diferencia de la nueva investigación, según Jensen, es que su equipo utilizó en el estudio un grupo de 437 beagles nacidos y criados en un laboratorio. Ninguno de los perros fue entrenado previamente para la realización del experimento, de acuerdo con Jensen.

Para probar la sociabilidad de los perros, los científicos dieron a los animales la tarea de resolver un problema sin solución, en una sala con una observadora humana desconocida para los beagles. La tarea consistía en intentar abrir un dispositivo en cuyo interior había tres golosinas que los perros podían ver y tocar bajo tapas deslizantes. Pero una de las tapas fue sellada y no podía ser abierta.

«Después de abrir dos de las tapas, los perros quedaron muy confiados de que la tarea no era difícil, pero ahí ellos encontraban la tercera tapa y veían que el problema se hacía imposible de resolver», explicó Jensen.

ADN-Beagle

Según él, pruebas hechas anteriormente con lobos mostraban que esos parientes cercanos a los perros quedarían tratando de resolver el problema por sí mismos. Pero no los beagles: después de algunos intentos frustrados, varios de ellos buscaban la mirada de la observadora humana, como si pidieran ayuda.

Algunos de los perros intentaban llamar la atención de la observadora mirando de manera alterna hacia ella y hacia la tapa bloqueada. Otros hacían contacto físico con la mujer, o al menos se posicionaban muy cerca de ella.

Los científicos entonces hicieron el análisis comparativo de los genomas de los 95 perros que se mostraron más sociables y de los 95 que interactuaron menos con la observadora humana. En el análisis, ellos usaron un método llamado Estudio de Asociación Amplia del Genoma, que permite examinar un gran número de variantes de genes. Los resultados mostraron que cinco genes tenían una clara asociación con la mayor interacción social con los humanos.

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